lunes, 29 de octubre de 2012

Poemas en un poema


Pretendo quedarme en silencio cuando por ti preguntan, prefiero fingir sonriendo que nada me asusta. Y muchos saben, o lo presienten, que no estoy siendo sincera. Y hay unos cuantos que se entristecen porque salí de mi esquema. No intento borrar acciones que ya realicé, no puedo cambiar la vida que yo acepté. Y aunque lo diga a gritos “YO NO FALLÉ” sé muy bien que todos ven en mis ojos que arrepentida siempre estaré. Cuando estoy sola recorro páginas de libros pequeños, leo poemas que desde siempre quise tenerlos. Sé que no es bueno sentirme dueña de 20 de ellos, pues ahora Neruda está inseguro de de “las cruces de fuego”. Miro de lejos un riachuelo lleno de flores, miro de cerca en el espejo reflejo ajeno y llamaradas de esas que brotan sin más ni menos y cuando las quieres tan sólo se pierden como los truenos. Escondo frases en mi cartera por si te encuentro, recorro bares y tomo fotos para el recuerdo, no encuentro el mundo de ese que habla Ciro Alegría si toda mi vida no he encontrado lo “ancho y ajeno”. Sueño despierta viendo las nubes como se mueven. Creo estar cerca de esas personas que más me quieren. Cierro los ojos no veo nada, no veo a nadie. Siento que Paz-Octavio me ha dejado sola en “la calle”. La esperanza se ha marchado y aún sin verte Becquer suele decir que volverás, aunque no descifro si es que tú o mi vida alegre son las “oscuras golondrinas” de las que suele hablar. Cierro el libro repitiendo de memoria el “Poema de la despedida” de Ángel Buesa, sé que es esa la más hermosa forma de decir adiós. Y aunque no lo entiendas ni lo recuerdes, esa historia fue de los dos.