viernes, 11 de septiembre de 2009

Ad altiora tendimus (a lo alto tendemos)



Hoy me levanté de mi cama mientras pensaba en las personas, había visto unos videos, unos cortometrajes demasiado buenos (quiero hacer unos con Ana Claudia, una de mis mejores amigas.) y siento que cada vez conozco más a las personas pero las entiendo menos y me incluyo en ese grupo de “personas” que existen. Eran las 4 de la tarde aproximadamente y sin pensarlo fui a la cocina y busqué algo de comer, comida, comida, comida… no hay nada. Encontré galletas rellenas de fresa, rellenas de chocolate, rellenas de vainilla… ¡no me gustan las galletas rellenas! Y sigo pensando en los tipos de personas… Amables, hipócritas, cariñosos, insensibles… dependiendo de con quien sean así. Tomo un vaso de limonada fría. Recuerdo amigos, compañeros y conocidos, y saltan los buenos momentos mientras los malos quedan enterrados y aunque a veces las recuerde siempre digo “pero en el fondo… es buena gente”. Río y vuelvo a tomar otro vaso de limonada, uno más y otro, no me siento satisfecha, hay personas que nunca se sienten satisfechas de nada, ni del amor que reciben, ni el trato, ni la cantidad de amigos que están con ella. Sigo pensando en muchas cosas mientras camino hacia mi cuarto, la puerta del baño está abierta, entro, me veo en el espejo y digo “me da rabia mirarme al espejo porque refleja mi alma no sólo mi rostro, si fuera sólo mi rostro todo estaría bien” algo que dijo una chica en un cortometraje y pienso ¿cómo la gente puede llegar a odiarse por como es con los demás, por su comportamiento, por cosas que saben que esta mal pero siguen haciéndolas? Me lavo la cara para sentirme fresca, para sentirme diferente de las demás personas, de esa chica de ese cortometraje. No hay mal que por bien lo venga… y ¿el bien que viene? No entiendo. Hay tantas cosas que deberían tener respuestas si las preguntas fueran claras, pero ¿cómo hacerlas claras? ¿Para quién? Para… ¿Dios?
Recuerdo que era una niña muy devota, muy creyente y ahora no creo en nada de lo que antes creí. La gente se pone muchos prejuicios… que si hago esto no entraré al cielo… que a Diosito no le gusta… ¿Cómo podemos saber que piensa Dios? ¿Cómo saber si él piensa en nosotros? Todo es cuestión de fe responden… prefiero seguir conociendo a las personas y después conocer a seres divinos.
La mentalidad de cada uno es diferente a la de cada otro que yo me siento tan extraña pensando distinto a los demás y tengo la total seguridad que hay alguien que piensa no igual pero sí parecido a mí y hay otros cuantos más locos.
Me vuelvo a recostar a mi cama y veo el cielo desde ahí. Cosas infinitas… o sin fin conocido… personas extrañas o normalmente únicas.
Este tiempo que suelo sentirme sola me siento más a gusto conmigo misma, siento que me voy conociendo más, siento que puedo conocerte más.
Personas: tu, yo, ellos, nosotros. Algún día conoceré a alguien fuera de este mundo.

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